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Paolo Barilla, de la Fórmula 1 a vicepresidente del imperio de la pasta

Paolo Barilla, figura importante en Italia
Paolo Barilla, figura importante en ItaliaFoto por PHILIPPE LOPEZ / AFP
Antes de los espaguetis al dente primero prefirió las curvas cerradas... Paolo Barilla encarna un destino singular que lo llevó de los circuitos de la Fórmula 1 a la vicepresidencia del gigante italiano de la pastas que lleva su apellido.

Su sueño era "ganar en F1". A los 64 años, el hijo menor de la dinastía Barilla recuerda este fin de semana sus aspiraciones de infancia en el legendario circuito italiano de Monza, a pocos kilómetros de Milán.

"Este circuito es el lugar que siempre me ha hecho soñar", cuenta el empresario en una entrevista con la AFP con motivo del Gran Premio de Italia.

¿Su primer recuerdo?: "Cuando nos llevaron, a mi hermano Luca y a mí, a ver los 1.000 km de Monza en abril de 1974".

Tenía 13 años en entonces. "Llovía, pero fue un día mágico", indica. Unas semanas después, regresó para ver su primer GP de Fórmula 1, "donde los dos Ferrari de Niki Lauda y Clay Regazzoni, que lideraban la carrera, tuvieron que abandonar", recuerda.

"Fue muy difícil de vivir", añade. Porque como todo tifosi, Paolo es un seguidor incondicional de la famosa Scuderia.

¿Sus pilotos favoritos cuando era niño? "Todos los que competían con Ferrari". Una evidencia para alguien cuyo padre conocía personalmente a Enzo Ferrari.

Ganador de las 24 Horas de Le Mans

En 1975, cuando tenía 14 años, comienza en el karting, un paso obligatorio para aspirar a escalar los niveles del monoplaza.

Se convierte en campeón de Italia al año siguiente. En esa época comparte momentos, entre otros, con un tal Ayrton Senna, futura leyenda de la F1, recién llegado a Parma para comenzar su aprendizaje.

"Era increíble, simplemente estableció un nuevo estándar en términos de conducción, carrera y rendimiento", señala Barilla.

Pasando por las categorías de promoción hasta alcanzar en 1982 la F2, la división inferior de la F1, el italiano decide detenerse ahí por el momento debido a sus malos resultados.

"Tenía la posibilidad de quedarme en la Fórmula 2, pero no tenía un equipo competitivo, así que tuve que tomar una decisión", comenta con cierta nostalgia.

Sin opciones de ascender a la categoría reina del automovilismo, se pasa a las pruebas de resistencia, donde gana en 1985 las 24 Horas de Le Mans al volante de un Porsche 956 con el equipo Joest Racing.

"Fue un momento mágico, inesperado y magnífico. Pero yo quería correr en F1", expresa.

El joven tendrá que esperar hasta 1989 para finalmente alcanzar su sueño y debutar en la F1 con Minardi (hoy Racing Bulls). En su segunda carrera, Paulo supera en Estados Unidos al futuro campeón del mundo Mansell en las clasificaciones.

"Por casualidad pude salir por delante de él cuando estaba en Ferrari", saborea todavía 35 años después.

Pero frente a figuras como Senna, Alain Prost o Nelson Piquet, el expiloto debe enfrentarse a un "desafío" que resulta ser "difícil e intenso", y que termina sin sumar puntos en nueve grandes premios.

Consciente de sus limitaciones, el italiano abandona a mitad de temporada. Dirección: la empresa familiar.

Transición "difícil"

"No tenía ningún interés en permanecer en la F1 como comentarista o profesional", afirma. "Quería ser piloto, eso es todo", aclara el mandatario de Barilla.

"Aparte de eso, mi deseo era trabajar con mis hermanos" en el entorno familiar, una nueva aventura que comenzó a principios de la década de 1990.

Primero empleado en la multinacional fundada por su padre, se convierte en vicepresidente tras la muerte de este último, junto a sus hermanos Luca y Guido (quien se convierte en presidente del grupo).

Un cambio radical de vida que fue "difícil" de vivir para Paulo Barilla, que lo explica así: "En el automovilismo se vive de adrenalina, expectativas y emociones, mientras que en el mundo empresarial, el proceso es más lento".

Hace ya tiempo que es un simple fanático del automovilismo, pero el empresario ha recuperado su esplendor en los circuitos al convertirse este año en socio de la F1.

Otra manera para Barilla de rozar con los dedos su sueño.