El pasado 14 de noviembre, la Roma pidió a Claudio Ranieri (73) que pospusiera sus planes de disfrutar de la jubilación para salvar a "su" equipo de la autodestrucción. "Sólo volvería por la Roma", aseguró el técnico romano y romanista el día de su presentación.
No era la primera vez que se sentaba en ese banquillo, pero de lo que nunca quiso dejar ninguna duda es de que sería la última. De hecho, a pesar de contar con una plantilla de primera, Ranieri dejó claro que no sería él quien entrenara al cuadro capitalino la próxima temporada.
Sin embargo, el técnico que ganó la Premier League con el Leicester en la temporada 2015/2016, antes de bajar el telón de su carrera y despedirse definitivamente de la afición giallorossa, quiere hacerle un último regalo a la Roma: la Liga de Campeones.
En el sentido de clasificarse para la próxima edición, claro. Un objetivo que a su llegada era una quimera y que, en cambio, partido tras partido se ha convertido no sólo en real, sino también en algo al alcance de la mano, sobre todo si el equipo mantiene el ritmo que le ha caracterizado desde su incorporación.
De la DDR a Ranieri
Retrocedamos un momento para analizar, gracias a los datos de Opta puestos a disposición de Flashscore, cómo ha cambiado la situación desde que el entrenador del Testaccio sustituyó el pasado otoño a Ivan Juric, que a su vez había relevado a Daniele De Rossi.
No es éste el lugar para discutir si fue acertada o no la decisión de relevar, tras sólo cuatro partidos de liga, a un entrenador que, unos meses antes, había firmado un contrato de tres años. Tampoco es el lugar para especular sobre lo que habría sucedido si DDR hubiera permanecido en su puesto.

Aquí hablamos de números -fríos, pero aún así muy expresivos- y en lo que respecta a las cuatro primeras jornadas de la Serie A, la Roma había sumado tres puntos, fruto de otros tantos empates con dos goles a favor y tres en contra, a una media de 0,8 puntos por partido.
Sin embargo, la situación estadística mejoró ligeramente con el técnico croata, que ganó tres de los ocho partidos que disputó, todos en casa, y también sumó un empate y cuatro derrotas para un 37,5% de triunfos y una media de 1,3 puntos por encuentro, lo que, en el mejor de los casos, habría llevado a los romanistas a la salvación sin problemas. El balance entre goles marcados (12) y encajados (14) también es negativo.
Al ritmo de los líderes
La salvación, sin embargo, no era el objetivo del club y Ranieri lo sabía bien. Su gran mérito, sin embargo, fue que no prometía nada más que su trabajo y su total dedicación.
Pues bien, tras 22 partidos de liga en el banquillo, su balance es muy elocuente: gracias a 14 victorias (ocho en casa y seis fuera, para un total del 63,6%) y cinco empates -y, por tanto, sólo tres derrotas- , su promedio de puntos (2,13 por partido) es muy similar al de los primeros de la clase, con los que, sin un inicio de temporada tan desastroso, podría haber luchado por el título (el Nápoles tiene un promedio de puntos de 2,17 y el Inter de 2,08 por partido). La diferencia de goles también es decididamente positiva: 35 a favor y 15 en contra.
La remontada de los campeones
Ahora, sin embargo, no es el momento de pensar en lo que podría haber sido, sino de centrarse en lo que podría ser. Y lo cierto es que cuando quedan cuatro jornadas para el final del campeonato, la sensación es que de los equipos que siguen en liza por la cuarta plaza, los giallorossi son los que están más en forma.

La Roma, sin embargo, aún tiene un par de puntos que recortar al cuarto puesto que, de momento, es prerrogativa del Juventus, que aprovechó el paso en falso del Bolonia en Udine. Los bianconeri y los rossoblu, sin embargo, se enfrentarán este fin de semana en el Dall'Ara y si el equipo de Igor Tudor no consiguiera la victoria, los de Ranieri tendrían la oportunidad, ganando a la Fiorentina, de hacerse con la cuarta plaza.
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Y volviendo a los números, nos damos cuenta de cómo ni Vincenzo Italiano (1,8 puntos por partido) ni el propio técnico croata de la Juve (dos puntos por partido en los cinco enfrentamientos directos) tienen un ritmo equiparable al de un Ranieri que cada vez es más consciente de que si ganara todos los partidos de aquí al final, tendría muchas opciones de hacerle a su Roma ese último y espléndido regalo.
