Este viernes por la noche, en un duelo crucial para obtener la clasificación europea en San Siro, iluminó el escenario con un auténtico golazo, que abría el marcador del Milan-Bolonia. Un tanto que luego resultó inútil, debido a la remontada rossonera. Pero él había puesto su firma, como ha sucedido muchas veces esta temporada, habitualmente en los momentos importantes.
La carrera de Riccardo Orsolini es una historia de desafíos y resistencia, de un talento que ha pasado por momentos de incertidumbre, pero que finalmente encontró su camino. Su historia, que hunde sus raíces en un pueblo de la región de Las Marcas, es la de un joven que comenzó en la periferia del fútbol italiano y que ha logrado consolidarse como protagonista en una Serie A cada vez más exigente. Una trayectoria que, aunque llena de altibajos, ha tenido su culminación en un renaciente Bolonia, donde Orsolini se ha consolidado como una de sus estrellas más brillantes.
El rápido ascenso, la cancha de la Juve y el repentino parón
Riccardo Orsolini nació en Ascoli Piceno y creció en Rotella, un rincón de Las Marcas donde la tranquilidad de la zona parecía alejada de los grandes centros futbolísticos. Pero fue en ese pequeño pueblo donde empezó a forjar su destino.
Ya de niño demostraba un talento innato, con una técnica y una velocidad que no pasaban desapercibidas. Comenzó en la cantera del Ascoli, donde, aunque lejos de los focos, se destapó como una joven promesa. En 2015, con 18 años, debutó en el primer equipo, pero fue en 2016 cuando explotó, consagrándose como uno de los jóvenes más prometedores de la Serie B.
Fue entonces cuando el destino del joven jugador dio un giro decisivo, o eso parecía. Sus actuaciones no pasaron desapercibidas ni siquiera para los grandes y, en enero de 2017, la Juventus decidió invertir en Orsolini, comprándolo directamente. Un golpe de efecto que parecía marcar un nuevo reto, el de crecer en una de las realidades más prestigiosas del fútbol mundial.
El club bianconero le dejó en Ascoli para completar su crecimiento. Esa temporada, el joven delantero confirmó su talento con ocho goles en 41 partidos. En verano, terminó tercero con Italia en el Mundial sub-20 de Corea del Sur, ganando la Bota de Oro con cinco goles y consolidando su reputación.
A pesar de los signos alentadores, la Juventus no confió plenamente en él y decidió enviarlo cedido de nuevo, esta vez a la Atalanta. Por desgracia, la experiencia en Bérgamo resultó estar muy por debajo de las expectativas: Orsolini jugó esporádicamente y, ante la falta de confianza del club, no pudo exprimir todo su potencial.
Bolonia: la redención y explosión de "Orsonaldo"
Pero el destino a veces está dispuesto a dar nuevas oportunidades, y fue en enero de 2018 cuando la carrera de Orsolini dio un giro definitivo. Abandonando la Atalanta, el joven jugador se marchó al Bolonia, cedido durante 18 meses de nuevo por la Juventus, en lo que resultó ser el verdadero punto de inflexión de su carrera. El club rossoblù, pese a atravesar un periodo de altibajos, ofreció a Orsolini el escenario propicio para demostrar su valía.
Bajo la dirección de Sinisa Mihajlovic, Orsolini recuperó la confianza perdida, brilló y el club emiliano lo recompró por 15 millones, lo que le permitió convertirse en una estrella indiscutible.
A partir de ese año, su carrera dio un gran salto: consagración a las órdenes de Thiago Motta, histórica clasificación para la Liga de Campeones, todo ello rematado con 62 goles en 235 partidos oficiales con la camiseta del rossoblù. Entre ellos, algunos goles espectaculares y jugadas vertiginosas que muestran claramente el salto de calidad dado por el jugador, al que ahora todo el mundo llama "Orsonaldo", quién sabe por qué.

Hoy, los ojos del fútbol italiano están fijos en Riccardo Orsolini, que ya no es una promesa, sino una auténtica estrella de la Serie A. Con 13 goles y tres asistencias esta temporada, la última de las cuales no fue suficiente para derrotar al Milan el viernes, ha enamorado con jugadas decisivas y ha visto cómo su confianza alcanzaba cotas extraordinarias gracias a la llegada de Vincenzo Italiano, que ha sabido aprovechar todas sus cualidades. Su impacto ha sido tan importante que el último jugador italiano que marcó más de 12 goles en una temporada de Serie A con el Bolonia fue Alberto Gilardino en la 2012/13 (13 goles).
En estos momentos, el club emiliano está a un paso de la cuarta plaza, que garantizaría el acceso a la Liga de Campeones por segunda vez consecutiva. Una meta histórica, conquistada también gracias a 'Orso', que se ha convertido en un auténtico ídolo de la afición boloñesa y símbolo de un equipo que, temporada tras temporada, está escribiendo una nueva y extraordinaria página de su historia.
Y a los que, como el seleccionador nacional Luciano Spalletti, siguen mirándole con recelo, Orsolini responde con una sonrisa intrépida, marcando goles que son una pesadilla para los porteros y desafiando a cualquiera que dude de su valía.
Ante las cámaras, el número 7 del Bolonia imita el gesto de llamar a la puerta, como para recordar que está ahí, que está listo. Las puertas, para Orsolini, deben permanecer siempre abiertas. Su historia lo dice todo.