Han pasado casi tres décadas desde que un joven de 16 años pisó el césped del CSM Reșița, uno de los equipos menos conocidos de Rumanía. Pero una historia que empezó lejos de la flor y nata del fútbol rumano se fue desarrollando rápidamente, salpicada de momentos gloriosos y dramáticos.
En la entrega más reciente, Cristian Chivu se ha enfrentado a su primer gran reto como entrenador: no sólo ha debutado en la máxima categoría del fútbol italiano, lo que en sí mismo puede suponer un punto de inflexión en la carrera de cualquier técnico, sino que también es la primera vez que entrena a un equipo absoluto. Así que el paraguas puede parecer grande, pero la recompensa podría ser proporcional.
El Parma necesita un líder para sobrevivir
El Parma, que acaba de regresar a la Serie A, se encuentra en peligro inmediato de caer a la segunda categoría del fútbol italiano.
Han pasado 20 años desde que los parmesanos, una de las potencias de la Serie A en el pasado, se quedaron con el único objetivo de mantenerse en la élite.
El club ha descendido tres veces en este siglo, por lo que muchos temen que la actual remontada en la Serie A no dure mucho.
Los aficionados esperaban que el equipo iniciara una nueva era con Fabio Pecchia, el técnico con el que logró el ascenso la temporada pasada, pero que no pareció capaz de infundir la misma confianza al equipo en la Serie A.
Chivu, entrenador para el futuro
La llegada de Chivu tuvo un impacto inmediato. El primer partido con el rumano en el banquillo supuso también su primera victoria, un 2-0 sobre el Bolonia, y el Parma salió de la zona de descenso.
De los entrenadores de la historia del club, sólo tres han ganado en su debut en la Serie A: Carlo Ancelotti en 1996, Pietro Carmignani en 2001 y ahora Cristian Chivu.
Después llegó una derrota por la mínima (1-0) ante el Udinese, que complicó la ecuación de la salvación, pero los dirigentes han dado a entender que su incorporación tiene más que ver con el futuro, y no necesariamente con la temporada actual.
Si el objetivo hubiera sido mantenerse en la Serie A a toda costa, el propietario Kyle Krause probablemente habría optado por la mano mucho más segura de un entrenador experimentado, no de un novato.
Pero la visión del estadounidense se centra más en la formación de jugadores jóvenes, y ahí es donde destaca Chivu.
La opinión general es que el Parma está asegurando su futuro a largo plazo: incluso si el equipo desciende finalmente, hay muchas posibilidades de que se quede, sobre todo si demuestra que es capaz de ayudar a moldear a los jóvenes talentos.
"No me gusta la mediocridad. Quiero un equipo en el que el club y yo seamos socios. Porque estoy comprometido en cuerpo y alma. Sé cómo formar jugadores, también puedo ganar con ellos", declaró el rumano sobre sus cualidades como entrenador poco antes de fichar por el Parma.
De Rumanía a Italia pasando por Ámsterdam
Chivu sólo jugó dos temporadas en Rumanía. El Ajax de Amsterdam se percató enseguida de su talento y lo fichó en 1999, tras un intenso periodo de ojeo.
Ni siquiera dos años después, en 2001, el Cristian fue nombrado capitán del Ajax, cargo desde el que condujo a su equipo al título.

Siguió su camino en la Serie A, primero en la Roma y después en la que fue su etapa más exitosa, el Inter de Milán, con el que ganó la Liga de Campeones en 2010, entrenado por el portugués José Mourinho.
Una tragedia y un triplete histórico
Pero no todo fue de color de rosa para Cristi Chivu. Vivió un momento clave que no sólo puso en peligro su carrera futbolística, sino incluso su vida.
En 2010, cuando jugaba en el Inter, el internacional rumano sufrió un fuerte golpe en la cabeza y se fracturó el cráneo en un partido contra el Chievo Verona.
Chivu fue trasladado de urgencia al hospital y sometido a una operación cerebral.

A pesar de las dudas de muchos, Chivu volvió a los terrenos de juego y ganó la Liga de Campeones con el Inter.
Ese mismo año, formó parte del equipo que logró un triplete histórico, al ganar el título de la Serie A y la Copa de Italia.
"Tuve la suerte de estar en una ciudad, Verona, donde había un centro de neurocirugía de vanguardia, que me salvó la vida en aquel momento. Tuve que aprender de cero a andar y a correr. No tenía puntos de referencia, me caía. Se hizo muy complicado cabecear el balón", explica Chivu.
Necesita un entrenador
El excapitán de la selección rumana ha declarado a lo largo de los años que no tenía intención de convertirse en entrenador una vez terminada su carrera como futbolista.
Todo fue totalmente por casualidad: estaba de observador en los partidos de la Copa de Europa y se dio cuenta de que era el único que no tenía estudios. Dice que sintió vergüenza y se matriculó en los cursos de Coverciano en 2020.
"Trabajaba como observador de la UEFA, iba a muchos partidos de Champions y me sentaba a la mesa con gente como Alex Ferguson o David Moyes. Yo era el único no cualificado en un grupo de entrenadores enorme. Por respeto y vergüenza, decidí ir a la escuela de Coverciano", indica.
"Me gustó estar en el centro de los jugadores desde el principio, me hice entender. Probablemente también ayudó a mi carrera como jugador, me dio credibilidad. En las categorías inferiores, un entrenador puede perdonar mucho, y eso me ayudó", añade.
El éxito del Inter de Milán Primavera
Primero, sin embargo, Cristi Chivu obtuvo su licencia de entrenador en Italia, en 2017. Apenas un año después de recibir su diploma, en la temporada 2018/2019, entrenó al equipo sub-17 del Inter tras haber dirigido previamente al sub-14 del club.
El 16 de septiembre de 2020, el exinternacional rumano obtuvo su licencia UEFA Pro, graduándose en la escuela de entrenadores de Coverciano.
A partir de julio de 2021 se hizo cargo del equipo Primavera del Inter, con el que ganó el título en su primer año.
En 2023, la prensa italiana mencionó a Chivu como posible sustituto de Inzaghi, que no pasaba por su mejor momento en el banquillo del Inter, pero el Ajax también vio en él a un entrenador con potencial.
Los 'Lanceros' habrían ofrecido a Cristi Chivu un contrato de tres años, de los cuales los dos primeros sólo sería 'ayudante' y luego se haría cargo del equipo grande. Pero la oferta fue rechazada.
El reto del Parma
Chivu se enfrenta a un gran reto en el Parma, que lucha por evitar el descenso de la Serie A.
El rumano se hizo cargo de un equipo a la deriva, con la moral por los suelos y grandes problemas defensivos tras la destitución de Fabio Pecchia, que encadenaba cuatro derrotas consecutivas y llevaba casi dos meses sin ganar.
Pecchia heredó una de las defensas más débiles de la Serie A, que, con 45 goles encajados, ocupa el penúltimo puesto de la liga. Con Pecchia, los parmesanos sólo han dejado su portería a cero en dos ocasiones, la menor cifra de la liga.

Chivu tendrá que adaptar rápidamente el equipo a su sistema favorito, el 4-3-3, que es diferente del 4-2-3-1 utilizado por los Cruzados hasta ahora.
"Todo el mundo debe participar en las dos fases", declaró en su primera rueda de prensa.
"En la fase defensiva debemos defender con 11, no con tres o cuatro. Todo el mundo es responsable, tanto en ataque como en defensa. Todo el mundo tiene que participar en ambas", explicó Chivu.
Pero aunque la misión de dar rápidamente la vuelta al equipo parezca difícil, el técnico tiene a su disposición el material al que está acostumbrado. Con una media de edad de 23,6 años, el Parma es el equipo más joven de la Serie A.
Su máximo goleador esta temporada, el francés Ange-Yoan Bonny (cinco goles y dos asistencias), sólo tiene 21 años, mientras que en el centro del campo, el suizo Simon Sohm (23) también ha contribuido con cuatro goles.
Chivu también tiene a su disposición las caras más conocidas de sus compatriotas Valentin Mihailă (25) y Dennis Man (26). Este último, con cuatro goles y cuatro asistencias, es una de las principales armas ofensivas del Parma.

Es cierto que su falta de experiencia ya ha dejado huella en el juego del equipo, pero si Chivu consigue encajar rápidamente las piezas del rompecabezas amarillo y azul, la fiabilidad que le ha caracterizado durante toda su carrera como jugador podría, por qué no, sentar las bases de una carrera igualmente prodigiosa en los banquillos.