El Liverpool es conocido por su prudencia financiera, relativamente hablando. En las últimas temporadas, a menudo ha evitado los frenesíes de gasto que se ven en otros lugares de la Premier League; sin embargo, este verano marca un cambio brusco en el tono.
Los Reds se han lanzado al mercado de fichajes con una agresividad inusitada. Fichajes de renombre, importantes desembolsos y una renovada ambición han definido el verano hasta ahora.
Florian Wirtz, Jeremie Frimpong y Milos Kerkez han sido adquiridos por un total de 185 millones de libras, y otro fichaje de gran cuantía por Alexander Isak está al caer.
Sin embargo, más que un cambio de paradigma, esta nueva asertividad parece ser el resultado de una planificación a largo plazo, una gestión financiera cuidadosa y un aumento favorable de los ingresos.
El aumento de los ingresos impulsa una nueva ambición
La base de la escalada de gastos del Liverpool radica en sus ingresos récord.
Con una participación sostenida en la Liga de Campeones y un buen rendimiento en el campeonato nacional -incluido el título de la Premier League la temporada pasada-, los ingresos del club procedentes de premios, retransmisiones y asociaciones comerciales de primer nivel se han disparado.
La remodelación de Anfield, que ha aumentado la capacidad del estadio de 54.000 a más de 61.000 localidades, también ha incrementado significativamente la recaudación de los días de partido.
Según el Financial Times, se calcula que los ingresos totales han alcanzado aproximadamente los 714 millones de libras, unos 100 millones más que el año anterior. Ese poder financiero adicional es crucial, pero es solo una pieza del rompecabezas.
La prudencia del pasado crea flexibilidad en el presente
La clave de la libertad actual del Liverpool es lo que no hizo en temporadas anteriores.
El gasto durante los últimos años de Jurgen Klopp en el club fue modesto. El verano pasado, el primero de Slot en Anfield, solo se produjeron dos fichajes -Federico Chiesa (10,5 millones de libras) y Giorgi Mamardashvili (26 millones de libras)-, mientras que la ventana de enero transcurrió sin ninguna incorporación.
Esa cautela se tradujo en menores costes de amortización (el impacto contable anual de los traspasos de jugadores) y menos pasivos financieros que se trasladan a este verano. Junto con las modestas pérdidas registradas en 2023 y 2024 -bien dentro del umbral de 105 millones de libras permitido en un periodo de tres años según las Normas de Beneficio y Sostenibilidad (PSR) de la Premier League-, los Reds se encontraron con las cuentas saneadas.
Ventas inteligentes y estructuración de traspasos
Productos de la Academia como Jarell Quansah y Caoimhin Kelleher -ambos vendidos recientemente- representan beneficios puros en el balance, recaudando en conjunto unos 50 millones de libras.
Otras posibles salidas en esta ventana -incluyendo Tyler Morton y, en cierta medida, Harvey Elliott- se espera que recauden aún más beneficios puros, compensando gran parte de la nueva inversión.
También hay que decir que las posibles ventas millonarias de jugadores clave como Luis Díaz y Darwin Núñez, a pesar de costar inicialmente mucho dinero al club, podrían ayudar a equilibrar aún más las cuentas.
Además, los traspasos entrantes suelen estructurarse con pagos repartidos a lo largo de varios años. Eso significa que un jugador de 100 millones de libras puede costar sólo 20 millones al año en términos contables, dependiendo de la duración del contrato, dando a los clubes margen para operar sin incumplir el PSR.
La conclusión es que lo que podría parecer una desviación repentina de los valores financieros del Liverpool es, en realidad, el resultado de años de disciplina. Los dirigentes del club han aprovechado un momento de fortaleza y han utilizado las palancas financieras disponibles para actuar con audacia, pero con responsabilidad.
El Liverpool no ha roto la banca: la ha abierto en el momento justo.