Ousmane Dembélé, la nueva estrella
Cuando Xavi Hernández explicó que Ousmane Dembélé tenía lo necesario para convertirse en el mejor jugador del mundo, la opinión de muchos medios franceses fue, como poco, mordaz. Capaz de todo con su regate, pero terriblemente torpe a la hora de rematar, el ambidiestro ya no parecía capaz de progresar.
La reputación de Dembélé en Francia durante su etapa en el Barcelona incluía sistemáticamente referencias a sus lesiones pasadas, a pesar de que hacía meses que no pasaba por la enfermería. Tras batallar con el Barça antes de ser reincorporado progresivamente por Xavi, el ex jugador del Rennes disfrutó de 18 meses excelentes antes de responder favorablemente a las sirenas del PSG, que buscaba caras nuevas tras las salidas de Lionel Messi y Neymar. Entonces se marchó Kylian Mbappé, y el "Mosquito", como se le conoce en España, se convirtió en el líder del ataque.
Luis Enrique tiene sus defectos, pero no la incapacidad de anticiparse. Fue durante el último Clásico de Mbappé cuando el asturiano esbozó la nueva posición de Dembélé, mucho más axial, en un rol de falso 9 que el técnico adora. Pero, ¿quién iba a ser capaz de marcar tantos goles como Mbappé, que estaba chupando del ataque? Luis Enrique había explicado que una incorporación podría compensar el total de la estrella, mejorando al mismo tiempo el nivel general de juego del PSG. ¡Y lo ha conseguido! Dembélé se ha convertido en un goleador en serie, decisivo en los partidos importantes, sobre todo contra el Manchester City cuando estaba febril y no pudo ser titular, contra el Stuttgart en la última jornada de la fase de liga (triplete) y contra el Liverpool en Anfield el martes pasado. Es difícil recordar cuando fue expulsado contra el Bayern en una lamentable derrota en Múnich.
Es como si el campeón del mundo hubiera tomado conciencia de sus capacidades y de que su papel de hermano mayor de Bradley Barcola, Désiré Doué e incluso Gonçalo Ramos le había empujado a demostrar que valía más que un papel de lugarteniente. Máximo goleador de la liga con 20 goles, por no hablar de los 7 que marcó en la Liga de Campeones, forzó la situación, aunque eso significara dar menos asistencias (sólo 5 en L1 y 1 en C1).
Y lo que es aún más asombroso, en la Ligue 1 no necesita jugar todos los minutos de su equipo, ya que sólo es titular en 16 ocasiones. Cuando es titular, su media es de un gol por partido, aunque ha sido sustituido 7 veces. Su último partido completo de liga fue el 7 de febrero contra el Mónaco (4-1, doblete). Esta frescura se nota ahora que el PSG se pone manos a la obra. Con su nuevo estatus, podría llevar a Didier Deschamps a adaptarle su sistema de juego. ¿Quién lo habría creído hace sólo 3 meses?
Leonardo Balerdi, un hombre de paradojas
Leonardo Balerdi cumple su 5ª temporada en el Olympique de Marsella, una edad madura en un club donde tu destino puede decidirse en apenas 3 meses. Sin embargo, el argentino no goza de la admiración general. Capaz de lo mejor y de lo peor, el jugador formado en Boca Juniors rinde con regularidad y suele estar en los puestos de arriba. Sin embargo, la vaga impresión de que se deja llevar por sus emociones cuando las cosas se ponen difíciles permanece firmemente anclada a sus tacos.
En Lyon, su falta de juicio y una buena dosis de ingenuidad ante Alexandre Lacazette provocaron su expulsión a los 5 minutos. En la ida del Clásico, un malentendido con Gerónimo Rulli le costó al OM un 2º gol y acabó con las escasas esperanzas marsellesas tras la expulsión deAmine Harit.
Sin embargo, cuando no está, se le nota. Esto se debe, en particular, a su papel de primer recuperador, una posición clave para Roberto de Zerbi y que se refleja en las estadísticas por un porcentaje muy elevado de pases acertados. Y es un hecho: sin Balerdi, el OM sólo ha ganado el 50% de sus partidos(Toulouse y Niza en las jornadas 3 y 4). Contra el Estrasburgo en el Meinau (1-0) y más recientemente contra el Auxerre (3-0), los Phocéens perdieron ante dos rivales que no les gustan nada. La suspensión del capitán tras ser amonestado en Angers irritó a los dirigentes del Olympiacos, que ya preveían una derrota contra el ascendido en el Abbé-Deschamps. Y ahí radica la paradoja de Balerdi: indispensable, por supuesto, pero por defecto. Una situación que le llevó a una ausencia de cinco años con la selección argentina, antes de volver a la titularidad en octubre y noviembre.
Precisamente en citas tan importantes como este clásico del fútbol francés, Balerdi necesita afianzar a su equipo, sobre todo teniendo en cuenta que la defensa de tres se perfila como compuesta. Hasta ahora, la vuelta ha sido decepcionante, tanto en resultados como en juego (4 victorias, 1 empate, 3 derrotas, 13 puntos de 24), y una victoria en el Parque de los Príncipes reanimaría la suerte del OM y haría aún más brillante su palmarés.