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El “descenso” económico sobre un solo dueño en la Liga MX

Brayan Angulo, de Puebla y Miguel Gomez de Chivas disputan un balón
Brayan Angulo, de Puebla y Miguel Gomez de Chivas disputan un balónSimon Barber / Getty Images South America / Getty Images via AFP
No conformes con afectar el espíritu competitivo del juego al eliminar el ascenso y descenso de la Liga MX, los directivos mexicanos intentaron calmar las críticas por esta decisión al poner una multa millonaria a quien quedara en último lugar de la tabla porcentual. Algo que no hizo más que comprobar, por si alguien todavía tenía dudas, su principal prioridad: el dinero por encima de todo.

En la temporada 1991-1992, el aficionado mexicano adoptó una nueva palabra para sus charlas futboleras; una que no pensó que no iba a volver a utilizar desde las clases de matemáticas en la escuela secundaria: cociente. 

El cociente, contaron los dueños del balón, serviría para tomar el porcentaje de puntos obtenidos en relación con los partidos jugados. El equipo que menos cociente tuviera al final de un campeonato descendería. 

La complicada forma de evaluar al equipo que no podía permanecer en la Primera División, lejos de la justa y simple fórmula que establecía que el último lugar de un campeonato descendía, provocó especulaciones de los mexicanos, acostumbrados a dudar de versiones oficiales engorrosas de gente de traje: políticos, abogados y directivos del fútbol mexicano. 

Hay quien asegura que el cociente y su tabla porcentual se adoptó para proteger a los equipos poderosos y grandes del país, quienes tenían el presupuesto para formar buenos y competitivos planteles, aunque sin estar exentos de tener un par de malos torneos que pudieran meterlos en predicamentos. 

Aunque nunca fue del todo justo, el sistema terminó adentrándose para siempre en el argot futbolero y hasta se aprendió a darle un grado de emoción. No obstante, nadie esperaba que los directivos terminan por entorpecer mucho más esta visión de justicia tan alejada de la más alta competencia.

El fin del descenso deportivo 

Cansados de que alguno que otro dueño de un equipo terminara cada año enojado y con un incendio empresarial voraz de frente, un día los directivos decidieron terminar con el ascenso y el descenso en el fútbol mexicano. Para justificarlo, utilizaron de ejemplo a la MLS de Estados Unidos y otras ligas deportivas de ese país, dejando de lado el lado apasionado del deporte más popular del mundo. 

Y aunque terminaron por recular debido a la presión social de quienes todavía tenían hambre y ganas de una liga competitiva y normal, la pandemia terminó por darles a los dueños el pretexto perfecto para instaurar una idea aberrante que va en contra del espíritu deportivo. 

Acongojados y preocupados por el golpe monetario que provocó la ausencia de afición en los estadios mexicanos, los directivos decidieron anunciar el fin del ascenso y descenso para que los clubes se recuperan económicamente de ese suceso. Pero, para hacer ver que les importaba un poco el sentido competitivo, anunciaron una multa 80 millones de pesos (unos 3.8 millones de euros) para quien quedara último en el cociente y de 47 millones (alrededor de 2 millones de euros) para el penúltimo y de 33 millones (cerca 1.3 millones de euros) para el antepenúltimo. 

Los próximos partidos del Puebla
Los próximos partidos del PueblaFlashscore

La multipropiedad afectada por el cociente

Desde entonces, el FC Juárez, un invento en la frontera con Estados Unidos que compró su lugar en Primera División con la adquisición de una franquicia y no en la cancha tras una victoria tatuada en su gente, ha sido quien más ha pagado multas relacionadas con este nuevo castigo monetario. En tres de las cuatro temporadas que lleva instalado el sistema, este equipo ha desembolsado 177 millones de pesos (unos 8.5 millones de euros). 

Para este Clausura 2025, cuya fase regular llegará a su fin durante la próxima semana, algo está claro en la parte baja de la tabla porcentual y el cociente de los 18 equipos de Primera: un solo empresario tendrá que desembolsar más de 5 millones de euros como castigo. 

Ricardo Salinas Pliego, dueño de TV Azteca y otros conglomerados, enfrentó primero el poderío de Televisa y criticó fuertemente, desde sus programas deportivos y en voz de sus conductores, la multipropiedad del consorcio de Emilio Azcárraga. Pero, siguiendo la teoría de que el oprimido sueña con liberarse para ser opresor, en los últimos tiempos Salinas Pliego se convirtió en dueño de dos clubes de Primera. 

Para su mala suerte y para beneplácito de sus críticos, Salinas Pliego sabe, desde hace semanas, que deberá desembolsar dinero, algo que le molesta hacer si no se trata de una inversión a la que pueda sacarle frutos, debido a que los dos equipos de su pertenencia: Puebla y Mazatlán terminarán entre los últimos lugares de la tabla porcentual; uno de ellos, casi con seguridad, será el club con peor cociente. 

Cansado de perder dinero cada temporada, lejos de comprender la pasión de la gente, Salinas Pliego vendió al Morelia hace unas temporadas y lo mudó a Mazatlán, en un intento de revivir la franquicia y sacarle algo de ganancia para sus arcas. Esta vez, la próxima víctima será el Puebla, equipo que probablemente será vendido en las siguientes semanas. 

Hartos de ser casi siempre los mismos que sufren, algunos empresarios han apoyado la idea de regresar el ascenso y descenso. Una idea que suena lejana, pero que ha despertado la ilusión de un sector de la afición que sueña con una liga normal en la que prevalezca lo deportivo. Algo que hace mucho dejó de ocurrir en el fútbol mexicano.