Y lo cierto es que a nivel de resultados el arranque fue muy positivo para los de Ancelotti. Victoria por 0-2 en uno de los campos más difíciles de España y primer gol de Bellingham en LaLiga, dejando una extraordinaria tarjeta de presentación.
Sin embargo, ese partido disputado en Bilbao no puede traer buenos recuerdos a dos piezas fundamentales de la plantilla. Thibaut Courtois se rompió el ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda dos días antes, en un entrenamiento preparando el estreno liguero. El belga se perdió casi toda la temporada, pero regresó para disputar los cuatro últimos partidos de liga y la final de Wembley ante el Borussia Dortmund.
Éder Militao, por su parte, se rompió el ligamento cruzado de la rodilla izquierda en el minuto 50 de dicho encuentro y estuvo siete meses sin pisar un terreno de juego.
El inicio de una plaga
Lo ocurrido hace casi 15 meses en San Mamés fue el inicio de una plaga de lesiones del cruzado que ha asaolado al Real Madrid.
El pasado 17 de diciembre llegó una de las más graves. David Alaba, en el partido ante el Villarreal sufrió una rotura del ligamento cruzado anterior de la rodilla izquierda. Han pasado más de 11 meses y el central austriaco aún no ha regresado a los terrenos de juego, por lo que existe cierta preocupación por su estado físico.
Después de unos meses de asueto, llegó la pretemporada, donde Carletto perdió a tres grandes promesas del Castilla por esta lesión: César Palacios, Mesonero y Joan Martínez.
Pero el arranque de la temporada 2024-2025 ha sido aún peor. El 5 de octubre, el Bernabéu enmudeció en otro Real Madrid-Villarreal, con los gritos de un emblema del club como Dani Carvajal. El lateral diestro sufrió una rotura del ligamento cruzado anterior, rotura del ligamento colateral externo y rotura del tendón poplíteo en la pierna derecha, que le mantendrá casi un año en el dique seco.
Un mes después, Militao volvía a romperse el cruzado, en esta ocasión el de la rodilla derecha, con afectación a ambos meniscos, tras el partido ante Osasuna. El brasileño se despedía de la temporada en un encuentro en el que volvían a aparecer los fantasmas del pasado.