Los que querían un poco de espectáculo europeo quedaron satisfechos en el Philips Stadion. Porque el Nápoles, que se enfrentaba al PSV Eindhoven en casa, empezó jugando a una gran velocidad, manteniendo el balón y encontrando casi de inmediato una importante pero infructuosa jugada de De Bruyne. Los anfitriones, sin embargo, respondieron de inmediato con un fulgurante contragolpe al final del cual Man comprometió a Milinkovic-Savic, en su cuarta aparición consecutiva.
El ritmo trepidante del inicio obligó a los dos rivales a intercambiar rápidamente el balón, ejerciendo también una gran presión sobre los guardametas rivales, aunque el serbio de los partenopeos participó en varios balones largos bien elaborados. El PSV, sin embargo, aceleró y creó un par de contragolpes insidiosos y, sobre todo, estuvo a punto de marcar con dos remates de cabeza tras sendos saques de esquina, primero con Til y luego con Flamingo, que se quedaron demasiado solos ante el portero.
Ida y vuelta
Intentando despertar a los italianos, tras una buena jugada de Lucca que acabó con amonestación para su marcador, estuvo Spinazzola, cuyo zurdazo en el minuto 28 acabó a medio metro del poste. El exterior zurdo, sin embargo, no estaba dispuesto a rendirse, y dos minutos después controló el balón para centrar desde la izquierda y atraer a McTominay con un buen centro. El escocés estaba perfectamente colocado y su cabezazo lo desvió con fuerza y precisión en el primer palo, batiendo a Kovar.
Los azzurri, sin embargo, ni siquiera tuvieron tiempo de alegrarse de su ventaja cuando se condenaron a sí mismos: en un centro de Perisic desde la izquierda, Buongiorno se adelantó a Til, y el balón golpeó en su nuca y entró por la escuadra, provocando el empate. Vibrante por haber equilibrado inmediatamente el partido, el equipo local sintió el apoyo del público.
Y tras un ataque de los de Conte, un intercambio de idas y venidas condujo a un error de Beukema en la línea de tres cuartos contraria, a partir del cual se lanzó un contraataque letal, que dejó al descubierto todos los defectos actuales de la defensa azzurra. Culminó con Saibari batiendo a Milinkovic en un uno contra uno. Aturdido por la vehemente reacción de los anfitriones, el Nápoles se marchó a los vestuarios lleno de frustración y vacío de ideas.

Colapso
A la vuelta de vestuarios, los de Conte parecían tener la voluntad de acorralar a su rival, dada la intensidad que mostraron a la hora de ocupar la zona de tres cuartos de campo contraria. En el minuto 51, un saque de esquina botado por Politano desde la derecha fue desviado con la testa por Lucca, pero éste no acertó tras encontrarse libre de marca en el primer palo.
Un minuto después, un error de Gilmour en el pase hacia atrás estuvo a punto de provocar el tercer gol holandés, pero éste llegó segundos más tarde, cuando un pase en profundidad de Mauro Junior fue cruzado raso para Man, que introdujo sin oposición el balón en la red para poner el 3-1 en el marcador.
Conte, desesperado, intentó revolucionar las cosas introduciendo a Lang, Juan Jesús y a Miguel Gutiérrez para elevar el nivel técnico sobre el terreno de juego. En el campo, sin embargo, eran los rojiblancos los que corrían el doble, y a la hora de juego estuvieron a punto de marcar el cuarto gol por mediación de Til, que había robado el balón en la frontal a un flojo Juan Jesús. El tercer gol pareció hundir de verdad a los campanos, que luchaban por hacerse con el balón, y se vieron salvados por el poste en el lanzamiento de penalti de Schouten.
Final de pesadilla
Las malas noticias, sin embargo, no acabaron ahí para el Nápoles, porque los azzurri se quedaron con 10 ombres tras la expulsión de Lucca después de una falta en ataque, cuando se revolvió polémicamente contra el árbitro alemán Siebert, que le sacó la tarjeta roja en la cara. Luego, en el minuto 80, Man se internó por la derecha en el centro del área y conectó un zurdazo al primer palo, que selló el cuarto gol y dejó atónito a Milinkovic.
El único que mostró algo de orgullo por los partenopeos fue McTominay, cuyo cabezazo a la salida de un córner encontró el doblete innecesario a cinco minutos del 90'. Inmediatamente después, sin embargo, otro contragolpe volvió a castigar a los azzurri, que se vieron sorprendidos por Pepi, quien, a pocos metros de Milinkovic, recibió un pase de Driouech, para con un cabezazo firmar el 5-2. El recién llegado, no contento, remató desde fuera para el definitivo 6-2. Un gol que provocó una tragedia deportiva para los campeones de Italia, que se llevan un auténtico mazazo. El sábado se enfrentarán al Inter en Serie A.