La situación era comprometida y tensa para una España que está acostumbrada ya a lidiar con la angustia y la tensión. Este viernes había una nueva prueba de fuego en Oslo, donde selecciones como Dinamarca, Francia y Alemania ya saben lo que es contar con plaza segura en la ronda de cuartos de final. Había mucho en juego y la intensidad estuvo presente desde el principio: Ian Barrufet, autor del primer gol, fue sancionado a los dos minutos.
Portugal, invicta en lo que va de torneo y nunca ubicada entre las ocho mejores de un Mundial, no era ni mucho menos un oponente sencillo. Su trayectoria en tierras nórdicas, con cuatro victorias -ahora cinco- y un empate frente a la potente Suecia, dejaba entrever el potencial de una selección de notable nivel. Luís Frade (pivote del Barcelona) y los hermanos Costa, de nombres Martim y Kiko (ambos del Sporting de Lisboa), se presentaban como las grandes amenazas.
Salvador Salvador vale por dos
El mencionado Barrufet fue suspendido por segunda vez antes de que se cumplieran los 10' en un inicio vibrante, intenso y muy igualado. De hecho, la inferioridad numérica se convirtió en rutina durante el primer cuarto de hora para la selección que logró el bronce olímpico en París 2024. Buena parte del primer tiempo estuvo marcada por el intercambio de golpes, pero la solidez de Sergey Hernández y algunas acciones exitosas en ataque ampliaron la ventaja (incluso de 13-9).
Un parcial de 0-3 redujo la brecha y dejó el choque en un equilibradísimo 16-15 al descanso. Y no hubo tablas debido a un maravilloso chicharro de Ferran Solé sobre la bocina a pase de Dani Dujshebaev. Contragolpe de libro tras frenar un nuevo intento de Salvador Salvador, quien fue el jugador más destacado de entre los presentes, ya que se marchó a la zona de vestuarios como el máximo anotador de la cita (cuatro dianas).
Un apagón decisivo
Los de Ribera arrancaron el segundo acto mejor que su rival, aunque igualmente fueron incapaces de escaparse en el electrónico y esa sensación resultó tan positiva como efímera. La quinta inferioridad afectó más de lo deseado, sobre todo por las pérdidas de balón, y dio pie a una racha de 0-6 que cambió las tornas radicalmente (19-22). Y todo ello sin necesitar al citado Salvador de cara a portería, lo que daba más mérito si cabe a la remontada.
La sequía de casi 10' sin anotar se rompió gracias a un lanzamiento de Dani Fernández desde los siete metros. Aparte de romper la barrera mental, lo cierto es que no sirvió para mucho. Una serie de malas decisiones dejó el duelo visto para sentencia, con un par de goles sencillos gracias a la ausencia de guardameta. Las prisas son malas consejeras y la ansiedad resultó letal para un equipo que, derrotado por 29-35, jugará ante Brasil con el honor como único aliciente.