Dicen que la inmortalidad no existe, que es una cosa de cuentos de hadas, pero el Real Madrid estuvo a punto de encontrarla esta noche. De hecho, durante casi tres cuartos, estuvieron muy cerca de dar la campanada y forzar un quinto compromiso en El Pireo.
El arranque de los merengues no pudo ser mejor. Encabezados por un estelar Alberto Abalde (5 puntos, 4 asistencias y un robo en el primer cuarto), los hombres dirigidos por Chus Mateo dejaron claro en el acto de apertura que no iban a poner fácil al Olympiacos cerrar la serie.
Y es que, no hay equipo que se aferre con mayor aplomo al más mínimo rescoldo de vida que los de la capital de España. Así lo demostraron con un parcial favorable de 21-16 en los 10 minutos iniciales. Ante todo un líder de la fase regular de la Euroliga, y sin estar en su mejor año, los blancos seguían sacando fuerzas de donde no las había.
Sin dudar un momento, el Madrid basó su plan en aquello que tantos éxitos les ha dado en los últimos años: ritmo frenético y defensa vibrando a una intensidad altísima. A esos factores se sumó un Movistar Arena encendido y un Llull por el que no pasan los años y agitó el segundo cuarto con su irrupción
Pero, por encima de todos sus compañeros, se erigió la figura de Mario Hezonja, con 13 puntos antes del descanso. Únicamente la marcha al banquillo de Tavares por problemas de faltas, un Fournier muy entonado y una actuación arbitral que dio 19 tiros libres a los griegos en 20 minutos (sólo cuatro a los españoles), impidieron que los madrileños se marcharan a vestuarios con una renta superior a las cinco unidades (47-42).
Un Tavares en peligro
Hasta de nueve llegaron a ir ganando los de Chus Mateo, pero prefirieron dejar algo de emoción para el resto del encuentro. Ya sabemos que se desenvuelven mejor en el terreno de la épica y eso, en ocasiones, les lleva a otorgar más opciones de la cuenta al rival.
En este caso, esa inconsistencia a la hora de poner tierra de por medio dio cuerda a un Olympiacos que necesita muy poco cuando quiere hacer daño. Así, de mano de Evan Fournier (22 puntos después de tres cuartos), aprovecharon la nueva ausencia de Tavares, que realizó muy pronto la cuarta falta, y se pusieron rápidamente por delante.
Con el cambio de guion se alcanzaron los 10 minutos finales. El cuadro heleno dominaba 68-65 y la clasificación estaba a un paso. Al Real Madrid únicamente le quedaba agarrarse a la inmortalidad que tantas veces les había conducido a completar gestas aparentemente imposibles.
El último cuarto se inició con un 0-11 favorable a los de El Pireo. La eliminación merengue parecía cuestión de tiempo, con una máxima renta visitante de +15. Sin embargo, los blancos se pusieron a cuatro, amenazando con una nueva remontada histórica.
Pero, todavía quedaba hueco para la consagración definitiva de los árbitros en el desenlace de una serie en la que fueron más protagonistas de la cuenta. Cuando peor lo pasaba Olympiacos, se inventaron la quinta falta de Tavares en un bloqueo y devolvieron la inmortalidad madrileña al plano de la ficción.
Finalmente, el Madrid rozó el milagro en la última posesión, pero el ajustado 84-86 reflejado por el marcador tras el sonido de la bocina certificó su eliminación. Por primera vez en los últimos tres años, la final de la Euroliga no tendrá como participante al club español.