En un tramo importantísimo de la carrera, Stroll y Alonso empezaron a perder fuelle con sus gomas (muy) usadas. Cualquier monoplaza que presionaba por detrás era capaz de adelantar, circunstancia que resultó una condena a la postre. Aunque la jornada prometía para el español, volvió a lamentar que al menos 10 pilotos llegaron antes a meta.
Se las prometía felices Fernando porque no iban mal las cosas. Los problemas llegaron, sobre todo, cuando Aston Martin retrasó más de la cuenta la segunda parada y no aprovechó una situación de Virtual Safety Car. Los intentos desesperados por recuperar posiciones después no fructiferaron, pues faltó un poco de tiempo.
"Va a ser una tortura. Es un naufragio. Soy el piloto con peor suerte del puto mundo", dijo el asturiano a través de la radio. Luego, sin embargo, fue capaz de progresar y estuvo cerca de imponerse a un Tsunoda que aguantó 10º tras haber sufrido un tremendo accidente durante la clasificación del sábado.
Carlos Sainz, por su parte, terminó en la octava plaza después de haber partido sexto. El madrileño no vivió ese carrusel de emociones de su compatriota y se adjudicó un botín nada desdeñable (octavo), si bien se queda algo corto en comparación al de su compañero en Williams, Alex Albon (quinto).